Un domngo cinco de mayo fueron a buscarme para ir a un paseo mi madre, mi padrastro y mi hermana, cuando ibamos llegando a la estación del tren mi padrastro se detuvo a saludar a un señor, él vio a unos hombres que estaban casi en la entrada de la estación, él caminó hacia ellos y desde allí me dijo, Morella ven acá para presentarte a un amigo, yo estaba de espalda, echo para atrás chocó con el que también estaba de espalda, camino hacia el hombre, él me miraba fijamente, cuando llegué a su lado, le dije, yo te conozco y un día te reiste de mí, él me respondió, no, es la primera vez que te veo. Se fue con nosotros para el paseo, al regreso mi padrastro le dijo para ir a mi casa, tenía en ese momento dieciséis años, cuando llegamos, me fui a bañar, me coloqué una vestido entallado que tenía como un cinturon que caía en las caderas que me hacia lucir más mi cintura de avispa, me calcé unos zapatos altos, mi cabellra suelta, cuando me vio, me fijé que estaba asombrado al verme, pensé, Judas, esta vez te vas a reír de tu madre. Cuando estabamos bailando me dijo, eres mía, le respondí, toda tuya.
Estuvimos hasta tarde ese día, él siguió visitando mi casa, un día se llevó una sortija, una que me había regalado mi enamorado millonario, una de las que me acompañaban me preguntó por la sortiga, le respondí que se la había llevado Judas, ella me respondió, mañana le llevas el dulce a tu tía para yo ir a buscar la sortija es costosa, le respondí, está bien. (1)El día siguiente nos fuimos mi hermana y yo a llevarle el dulce a mi tía, cuando regresamos la mujer que fue a buscar la sortija me dijo que no trajo la sortija porque él no estaba en su trabajo, no le respondí nada, cuando entré al cuarto estaba el escondido, cuando le vi su risa me paralicé, él se asustó y yo reaccioné y le grité que no se riera así. Pasaron los días él dejó de visitarme porque se asustó porque tenía las manos frías y dijo que era bruja, pero fueron cosas de la vida, tenía que alejarse de mí hasta que llegara su tiempo de volver a mí. Yo aún estaba con mi amante dios griego, llegó una tarde como a las cinco, le dije, esta noche no te puedes quedar porque está aquí una prima, él se recostó entre la pared y una reja, desde donde estabamos nos veían todos los que pasaban, él me atrajo hacia él, me sentí como que si un ave poderosa me cubría con sus alas inmensas, no sé si oí o sentí la voz de su alma que me dijo, vuelvelo loco que yo me encargo del otro, yo alcé la mirada hacia él, se unieron nuestas sonrisas de complicidad, yo me jodí porque no creí que eso que oí o sentí, me sentí sola ante el basilisco.

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