—¡Buenos días señora! —dijo la niña.
La tortuga levantó la mirada con curiosidad.
—¡Buenos días niña! —respondió la tortuga.
—¿Puedo acompañarla? —preguntó la niña.
—Si quieres caminar con esta anciana —respondió la tortuga.
—Sí, voy a visitar a mi abuela —dijo la niña.
Las dos caminaron y conversaron animadas, la tortuga le comentó que por años caminaba por allí, le gustaba ese lugar.
—Recuerdo mi juventud, lo hermosa que era —dijo con nostalgia la tortuga.
—Señora sigue siendo hermosa —dijo la niña para animar a la afligida tortuga, ambas se miraron y sonrieron, cuando la niña miró el camino que la llevaría a la casa de su abuela se despidió de la tortuga y ambas siguieron sus caminos.La niña caminó alegre y se paró para ver a lo lejos la casita de la abuela que se veía desde allí cómo si estaba cerca del cielo, en eso le habló el conejo y del susto brincó
—¡Me asustaste! —dijo la niña.
—¡Perdóname! No quise asustarte, es que desde que te vi quería invitarte a pasear con mi amigo el corcel mágico —dijo el conejo.
—¿Y dónde está? —preguntó ella.
—¡Está aquí! —respondió él y el corcel salió de la nada, la niña y el conejo subieron a su lomo y juntos volaron por el mundo .
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