—Me voy a dormir, dejo en la cama conmigo a mi bebé, si nos toca morir
qué vamos hacer y anda a dormir que tienes que madrugar con las
medicinas y Cipriano va a traer dos heridos —dijo Salomé.
Se fueron a dormir, a las cuatro se levantaron, Salomé hizo café, salieron Rocío y Cipriano, ella a caballo, él en la carreta.
Amparo llegó a la cocina.
—Buen dia Salomé —dijo Amparo.
—Buen dia —respondió Salomé.
—Anoche después del temblor me dormí, no me levanté, a lo mejor me levanto me muero, para que tanto miedo —dijo Amparo.
—Así es —respondió Salomé.
—¿Oye unos gritos? —dijo Salomé.
—¡Dios mío, más gritos! —dijo Amparo.
—Tengo que salir, me cuides mi bebé, no dejes que lo vean, tú sabes quienes,
es tiempo que todo se descubra, van a caer carretas, viendo tan de
cerca la guerra pienso no venimos del mismo planeta yo no atrevo a matar y
más por defender a un coño de madre que ni conozco —dijo Salomé.
—Salomé, ¿estás rezando? —dijo Amparo.
—Esa es la verdad, yo mataría por defender algo mío, bueno Amparo, ya
hablamos tanto por el poco tiempo que nos conocemos, ja ja, ja. —Ambas
rieron.Salomé caminó a su habitación, se bañó, se vistió y salio a la cocina.
—Amparo, vete a tu habitación con mi bebe, cierra la puerta con llave —dijo Salomé.
Salió, caminó, las calles estaban solitarias, lentamente caminó hacia
la plaza, pensó: "qué desgracia cómo está todo" vio que la oficina
estaba abierta, vio que el señor con el iba a hablar estaba en la
panadería, cruzó la calle, ella vio que estaba entrando a la panadería
un señor, Salomé va entrando y oye que el señor preguntó:
—Quienes
de los que están aquí conocen a Samuel Miller? Es que me dijeron que
regresó. —Un señor que estaba sentado en la puerta le respondió:
—Ese señor era un hacendado que una mujer celosa le quitó todo por venganza, porque no la quiso, me alegra que regresara.
Salomé se acercó a oficina con el señor.
—¿Tiene mi encargo? —preguntó Salomé.
—No, para mañana sí te lo tengo —respondió el señor.
—Espero no tomar otras medidas —dijo Salomé. se volteó y caminó hacia la hacienda.Salomé llegó se dirigió hacia la habitación de Amparo, tocó a la puerta y Amparo abrió y le dio el niño a Salomé.
—Vamos a ver si llego Cipriano —dijo Salomé.
Ya habían llegado con los heridos, se dirigieron a la habitación donde
los tenían, llegamos y vieron que ya Rocío había lavado sus heridas y
Cipriano les dio desayuno.
Caminaron hacia la cocina, Salomé colocó al el niño en el coche.
—Vamos a hacer un suculento almuerzo —dijo Salomé. Nicolás entró en la cocina, Salomé le sirvió café.
—Estuviste magistral —dijo Salomé.
—Gracias, gracias, gracias. Ah el disfraz estuvo genial —respondió Nicolás.

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