jueves, 27 de julio de 2017

Salome y Jesus 3

3
Pasaron los días, no salieron, no había comida, no tenían noticias del mundo, una noche Salomé se despertó, pensó, "estoy en una selva" se vistió y salió de la habitación y vio a Rocío con una vela en la mano.
—¿Qué pasa? —preguntó Salomé.
—Es que Nicolás oyó ruidos de pisadas —respondió Rocío.
—Estaba soñando con muchos animales cuando oí me sorprendí —dijo Salomé, se rieron y siguieron a sus habitaciones, amaneció lloviendo, Salomé se levantó, se colocó una bata, caminó a la cocina, en ella estaba Nicolás y le dijo:
—Pensé que había un tigre por aquí.
—Así espantó a los que se acercan —respondió Nicolás.
El viento doblaba los arboles, los caballos relinchaban, los perros ladraban, parecía el fin del mundo.
Los meses pasaron, un dia llegó Cipriano del mercado.
—Me dijeron que mataron a Jesús —dijo Cipriano.
Petra se puso a llorar Salomé se quedó en silencio.
—¡No puedes ser! —dijo Rocío.
—¿Dónde lo mataron? —preguntó Amparo.
—En la plaza del pueblo, donde empezó su lucha, qué buen muchacho —respondió Cipriano.
—Siento en mi corazón que no está muerto —dijo Salomé.
Todos siguieron con sus quehaceres en silencio.
Otro mes más y al fin pudieron regresar al país los padres de salomé, cuando apenas la vio la madre le dijo:
—¡¿Estás embarazada?! —Ella no le respondió.
Salome le cambio la conversación.—¿Cómo les fue en el viaje? —preguntó Salomé.
— Mal, queríamos llegar rápido, el tren no llegaba hasta este pueblo —respondió la madre. El padre se retiró un momento.
—Tu padre no se dio cuenta —dijo la madre.
—Por favor después hablamos de eso —dijo Salomé.
Pensó en Alfredo, que hoy se va a seguir en la lucha, todos estaban tristes porque se va, que sabiduría la de esta gente humilde que lo sacaron adelante.
Una tarde oyeron un tropel de caballos, se reunieron en la entrada porque no se podían esconder era mejor hacerles frente, cuando se acercaron al frente de ellos estaba Jesús que pasó porque andaban reclutando, todos lloraron de alegría solo se bajó del caballo para besar a Salomé y siguió su camino
Guerra que sabemos cuándo comienza, pero nunca sabemos cuándo termina, hambre miseria y muertes es lo único que trae, oyeron gritos a lo lejos, pobres gente que estaban cerca, será este mundo el infierno de otro.
El invierno llegó arrasando con todo, más tragedias.
Una tarde estaba sentada Salomé en una hamaca, se quedó dormida, se despertó alterada llamando a Petra.
—¡Corran al rio! —corrieron a la caballeriza, se montaron en los caballos, las calles anegadas, los árboles caídos, corren porque ven una gente reunida, Petra ve a Cipriano agarrado de unas ramas y se tiró al rio. Salomé pensó, “ya Cipriano está a salvo” y siguió donde estaba la gente, Salomé se bajó del caballo, vio a Nicolás corrió hacia él y lo abrazó, Salomé pensó: “Petra es una experta nadadora se acercó al señor que salvó a Nicolás y abrazó, llegaron Cipriano y Petra
—Ay, me olvide que estoy embarazada. —Se despidieron y se montaron en los caballos.
—¿Y eso que llegaron hasta aquí? —preguntó Nicolás.
—Salomé soñó —dijo Petra. Él asombrado.
—¿Sí Salome? —preguntó Nicolás.
—Sí, Nicolás misterios de la mente —respondió Salomé. Y siguieron, al rato dijo Juan:
— Qué que vaina que perdimos el caballo y la carreta.
—Qué vamos a hacer, hoy era el fin de ellos y gracias a Dios que ustedes siguen aquí, aunque por lo que leo la vaina es mejor que aquí.
Nos dicen que somos libres y aquí estamos prisioneros y podemos comer por el amigo de Juan, cómo estarán haciendo la gente que no tienen nada, qué injusta es la vida, bueno ya vamos llegando, hace frio, estamos empapados. —Voy hacer un chocolate caliente —dijo Petra.
Se bajaron de los caballos, caminaron hacia la cocina, en la cocina estaba el padre de Salomé.
—Niña quitate esa ropa mojada. —Él vio la barriga.
—Qué bonita, tú montada a caballo. —Ella no le respondió.
—Ya vengo, voy a cambiarme —dijo Salomé.
Caminó hacia la habitación, en uno de los corredores se encontraron la madre.
—Estás alzada —dijo la madre a Salomé, ella se sonrió y siguió, pensó: "Elionora no me fastidies" llegó a su habitación, buscó una bata que le marcara la barriga, se bañó, se peinó con el cabello recogido, la bata de color verde mar, salió de su habitación, Rocío que estaba recogiendo unas flores le dijo:
—Alfredo está en sala con Petra, ella me dijo que te avisara, pero me quedé arreglando este ramo —dijo Rocío.
—Ya voy —dijo Salomé.
Qué bueno que volvió Alfredo, siguió a la sala, lo saludó y preguntó
—¿Te vas aquedar?
—No, solo pasé un momento a ver Petra y traerte esto. —Y le entregó una carta a Salome, ella le dio las gracias y le dijo:
—Voy a lee la carta.
—Me voy a despedir de ti porque me esperan, llegan muchos heridos —dijo Alfredo, se abrazaron.
Salomé caminó hacia su habitación, se sentó en la cama y leyó la carta, la guardó en un cofre y salió.Petra salió corriendo buscando a Salome cuando la vio le dijo:
—¡Volvió!
—Desde que te vio se enamoró de ti, qué bueno amiga —dijo Salomé.
—Voy a contárselo a Rocío —dijo Petra y corrió a buscarla.
—Alfredo vino, quería verte, pero tenía que irse rápido está cuidando a los heridos —dijo Petra a Rocío.
—Lo lo he extrañado —dijo Rocío.
Volvió a temblar, se salieron para el patio, se quedaron hasta tarde, hasta que decidieron ir a dormir.
La mañana amaneció hermosa, Salomé se levantó temprano, se bañó, salió de la habitación, vio los jardines, pensó: “qué flores tan hermosas,” desayunó, estaba sola, todos estaban ocupados y sus padres no se habían levantado, esperó que fuera la hora que abren las oficinas, a ver si abren, vio la hora y salió, iba lentamente, vio que el señor llegó, apuró el paso, se acercó al señor y le dijo:
—Qué dichoso usted que anda como que nada pasa. —Él la mandó a pasar, se sentaron.—Voy a hablarle en silencio para que no me oigan las paredes. —Lo qué sí le dijo para que oigan, es que no solo los ojos de Dios están sobre mi, hay otros ojos y siguió hablando, se despidió, salió con una sonrisa.
Vio a Juan y Cipriano que iban para la hacienda del amigo de ellos.
—Hablen le de mí a su amigo. —Ellos se rieron.
—Claro —respondieron.
—Le voy a decir que eres bella —dijo Nicolás.
Les envió un beso y siguieron.
Cuando llegó a la hacienda, la madre estaba en la sala.
—¿Dónde estabas? ¿Andabas con ese hombre? —preguntó la madre.
—Recuerdas, qué cuando era una niña veía muertos, bueno eso aún lo tengo y veo a una mujer a tu lado —dijo Salomé.
No vio su reacción, se volteó, siguió a la cocina, allí estaba Petra cocinando, cuando la vio le dijo:
—Salomé, mira hice torta de plátanos.
—Qué rico, dame. —Ella le sirvió.
En ese momento llegaron Juan y Cipriano.
—Nos regresamos porque hay gente extraña en el pueblo, nos vinimos por la senda cerca del rio —dijo
después se calma un poco, bueno como estén los astros —dijo Salomé.
—Es verdad, mis emociones están desbordadas —dijo Petra.
Juan vio un gato en el techo.
—¡Qué bonito! —dijo Juan.
—No me gustan los gatos —dijo Rocío.
—Los gato son símbolo de lo espiritual y dicen que ven al diablo —dijo Salomé.
—Si las oyen les van a decir que son brujas —dijo Amparo.
—Es bueno que la gente le tenga miedo a uno —dijo Salomé.
Amparo se horroriza de lo que hablamos, de que diga que no creo en un representante de Dios en la tierra.
Hay una lluvia de estrellas, nos sentamos en las hamacas a verlas, se produce dos veces al año, todo vuelve, la historia se repite, hasta en nuestra vida cuentas por saldar.
Los caballos estaba inquietos, los perro ladraban, Nicolás con mucho cuidado se asomó, se regresó.
—No no vi nada —dijo Nicolás.
—Ese es un muerto —dijo Petra.
—Los muertos no salen —dijo Amparo.Juan.—Iba de cacería, me sentaba en una piedra, dejé de ir algunos meses, volví, me dijeron que allí sacaron un entierro y la piedra era un tanque. —Todos al mismo tiempo dijimos: coño.
—¿Y quién enterró ese dinero. quién sería? —Se preguntaban todos.
—Nos fuimos a casa de un tío, mi madre, Jesús y yo, Jesús tenia siente años y yo cinco, a los días que llegamos mi madre empezó a gritar en las noches, mi tío corría y le preguntaba que le pasaba, ella le respondía que un hombre con un palo le daba al piso, eso siguió por meses, hasta los golpes fueron fuertes, pasaron los años, mi tío vino de visita y le dijo: Elmira lo que sentías era que el muerto quería darte el entierro que estaba allí, nos mudamos y a los días me dijo uno de los que se mudaron, ¿ustedes no sentía nada? Nosotros buscamos y sacamos un entierro, ella le respondió que tuvo miedo de hablarle y como nadie le creyó lo que sentía y veía —dijo Petra.
—Es que eso asusta —dijo Cipriano y empezó a canta.
Rocío hizo café, todos fueron a buscarlo, siguieron hablando hasta la madrugada.Pasaron los meses, Salomé amaneció con los síntomas de parir.
—Llama a todos —dijo Salomé a Rocío, ella corrió a llamarlos, enseguida llegaron y les dijo;
—Cómo Juan, Nicolás y Cipriano van a buscar lo que necesitamos, Petra y Rocío se van con ustedes, Amparo se queda,no se preocupen por mí, mi madre le dijo a una amiga que venga y mi padre esta aquí —La besaron y partieron, ellos en la carreta y Petra en un caballo.
Amparo la acompañó hasta que llegó la partera, al rato nació el niño, Amparo lo vistió, lo colocó en la cama con su madre y salió hacia su habitación, vio a las dos mujeres sentadas en el sofá. Como a las dos horas, Amparo oyó unos gritos espantosos Amparo, el niño se lo robaron.
Amparo corrió gritando a la habitación, salio tranquila.
—Señora el niño está aquí con su madre.Amparo siguió a su habitación en silencio, pensó "no puedo quedarme con Salome porque su madre dijo que ella la iba a cuidar" la noche estaba hermosa Amparo pensó: que bien nació el niño de Salomé, Jesús dónde estará."
Amaneció y a las diez la partera se fue, Elionora la acompañó hasta la puerta, Amparo preparaba el almuerzo cuando llegaron los demás, corrió a la caballeriza.
—Qué bueno que llegaron temprano —dijo Amparo, todos preguntaron si el niño había nacido.
—Sí es grande —respondió Amparo, todos se dirigieron a la habitación de Salomé, pasaron a verlo, todos contentos.
A las tres tocaron a la puerta, la abrió Rocío, era la partera, la mandó a que se sentara y fue a buscar a la señora, caminó hacia su habitación, tocó la puerta, salió Elionora.
—Voy a ver que quiere Olga —dijo Elionora a Rocío.
Cuando llegó Elionora, le dijo:
—Mi hija salió, no ha llegado. —Elionora se sentó, no dijo nada.
Olga le dijo:
—Elionora, mi hija.—Al ver que Elionora no dijo nada Olga se fue y Elionora
se dirigió a su habitación, Petra la vio, le dijo:
—Señora Elionora ¿le traigo café? —Le respondió.
—No, gracias, voy a dormir un rato. —El esposo estaba sentado en una hamaca, le dijo:
—Elionora, ¿qué te pasa? Estás pálida. —Se levantó de la hamaca y la siguió.
Los días pasaron, un dia llegó Nicolás bravo a la cocina, todas estaba allí le preguntaron que le pasaba.
—Que la gente, bueno yo soy gente, bravos porque se alzaron los muchachos, ¡carajo, la gente se esta muriendo de hambre y a nadie le importa! —dijo Nicolás.
—Nicolás, así es el mundo, no te pongas bravo, deja que sigan las aguas de los ríos y deja que con ellas se lleven tus emociones, no puedes cambiar el mundo, los valientes luchan, dan sus vidas, llega un pendejo y se lleva la gloria —dice Salomé.
—Es que lo que dices es cierto, cuántos valientes han muertos y dónde estará el pendejo, rascándose las bolas tranquilo y lo montamos en la silla y sigue el mismo joder, porque ninguno quiere el bien para el país.
Amparo se asomó a la ventana, vio a un hombre que iba herido, cerró la ventana.—Da miedo salir porque no se sabe a que bando pertenece —dijo Amparo.
Salomé llamó a Juan.
—Con disimulo ve y síguelo a ver, si es del bando contrario solo les das comida y un poco de agua, porque esa gente tiene el cerebro gangrenado con el fanatismo.
—Ya vengo —dijo Salomé.
—Salomé va a buscar un disfraz para Juan, ella es experta en eso —dijo Petra.
Salomé le dio una ropa de pordiosero, él se la colocó y una barba descuidada que ella ayudó a ponérsela, Amparo le arregló la comida, se la entregaron y se fue camino hacia el herido, al rato regresó
—Me da dolor, pero es como que cure a un animal salvaje, cuando esté curado me ataca —dijo Juan.
Todos estaban pendientes del herido, respiraron cuando vieron que llegaron unos hombres y uno en una carreta lo montaron en la carreta y se fueron.
—Qué alivio —dijo Salomé.
—Así es Salomé, todos respiramos, en una guerra algunos están como unos zamuros se enriquecen con el dolor ajeno, así es la vida, la vida es como un carnaval —dijo Cipriano.—VIENEN UNOS CABALLOS HACIA ACÁ —gritó Rocío.
Todos corrieron, Salomé con el niño en brazos, Nicolás les salió al paso.
—Al menos uno es conocido porque Nicolás lo saludó afectuosamente —dijo Rocío.
—Ese es Alfredo —dijo Salomé.
Alfredo se bajó del caballo, se acercó a ellos, los saludó.
—Alguno de ustedes quiere venir a ayudarme, hay muchos heridos —dijo Alfredo.
Rocío respondió que ella, seguida por Petra y Cipriano, entraron a buscar lo que iban a llevar y se marcharon, quedaron Amparo, Nicolás y Juan, la madre y el padre de Salomé, que son como dos fantasma vagando por la hacienda, se sentaron en la mesa a cenar, extrañando a los que se fueron, cenaron en silencio.
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