La brisa traviesa agita la cortina, la voz se apagó poco a poco, en la lejanía qué fuiste en mi ayer, tu sombra se va desvaneciendo con el viento, pero en mis sueños sigues y te deseo. Mi sombrero en el mueble
oye el gemido de esta alma que ya nada la alegra, entre ensueños
crecen mis flores.

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