Ahogada en mis culpas y errores, le supliqué al cielo que tenga piedad
de mí, me quedé dormida y soñé que estaba en una calle oscura y venía
algo hacia mí, como lodo, corrí, salté y caí en un triángulo color crema
que estaba fuera del mundo vi hacia bajo, estaba oscuro, levanté mis
ojos hacia el mundo y allí estaba el Cristo Redentor con sus brazos
abiertos, sostuvo el lodo y mirándome como diciéndome; «yo conozco tu
corazón» fue un sueño pero para mí fue mi realidad.
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