Esa noche te fuiste cómo agua callada que corría,
era como un río sin dueña,
pero yo no pude retener las aguas de ese río, tenía sed,
pero me senté a ver
con mi mirada caída y los ojos llorosos, le dije, no me olvides, te llevo prendido a los instantes vividos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario