Dicen que las almas se reconocen por la vibración, yo buscaba a un hombre, a los siete años ya sabía el nombre y su aroma, a los trece presentí tu presencia, ya sabía que es buenmozo,
escribo esto porque las almas tienen recuerdos guardados, que se revuelcan al ver a una persona o un lugar, a los catorce encontré al hombre que buscaba, era un dios griego si no hubiera estado tan dolida me enamoro de él, al ver sus ojos vi que sus ojos estaban llenos de mí, él penso es mía, a los dieciséis años conocí a Judas, lo reconocí por su sonrisa, el mismo día que me vio me dijo eres mía, lo que me asombro fue que una tarde me pasó una pintura de uñas, me tocó las manos, como las tenía frías casi se desmaya, después supe que creyó que era bruja, él volvió el día que me casaba, cuando el dios griego me mandó a llamar que me limpió los zapatos agachado, cuando levantó su mirada tenía los ojos desorbitados, el hombre que me entregó la casa cuando me vio su mirada fue de sorpresa o susto, mi mirada le decía me escapé, el basilisco cuando le dije nos vamos a mudar, él me preguntó como sabías que te iban a regalar una casa, le respondí soy bruja, se puso pálido, muchas veces le pasó eso, el dios griego me reconoció cuando le hicieron lo mismo que me hizo a mí, lo engañaron en la misma cama y se enteró por mí, por mi don de bruja, a Judas le dije, si aparece una mujer no nos veremos más en esta vida, apareció la mujer, lloró por mí, ellos llevaban en sus almas el recuerdo de esa que desapareció y que volvió a joderles sus vidas, por eso ellos me veían como bruja.

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