El día tendera sus manteles en el suelo, el tiempo sigue escurriendose tan rápido,
yo me quedé a mitad de camino, te dejé que siguieras el tuyo, yo llevaba una rosa en mi cabellera como guardando una primavera negándose a morir, estoy entre lo amargo y dulce de mis sentimientos sentada en la orilla del rio, en la infatigable corriente del rio fluye el tiempo, se posan las golondrinas del olvido en mi hombro, ¡ay ya no puedo más! ¡Cielo, piedad, no puedo con el peso de mis culpas!

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