El árbol enjuaga su melena al cruzar el viento, no existo en la tierra, nada tan claro como mi duda, llevo una mirada cargada de lejanía, yo fui esa que te amo en silencio, campos sembrados de tristezas, en las sombras danzan seres y cosas del pasado confundidas con la niebla del tiempo, me parece verte que vienes a buscarme, a decirme no hay nada imposible para mí, tan mío y tan ajeno, tu alma era un campo sin dueña a pesar de tantas flores silvestres, yo me quedé sentada en las vagas lindes de tu alma, porque yo era la que tenía mis raíces en ese campo.

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