En esa mañana llegamos a la casa de un familiar, yo me asomé en la puerta, vi que venía un señor con una mochila, empezaron a sonar las campanas de la iglesia dando las doce, me quedé sembrada, el señor llegó a mi lado no podía hablar, lo veía, con sus ojos azules, un palto de rayas, un sombrero cuando dejaron de sonar las campanas fue que reaccioné, le pregunté, qué desea señor, él me respondió, deseo hablar contigo, no le di la espalda, dije, aquí está un señor que quiere hablar conmigo, mis primos todos los que estaban en la casa salieron y no vieron a nadie, preguntaron por los negocios y nada, a los meses nos mudamos y los vecinos me dijeron, Morella, ese señor
quería darte el dinero que estaba enterrado en esa casa.

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