Me arrulla el sonido de las letras, el silencio me llama a gritos en la puerta, envidio al árbol seco inexpresivo, el pálido ocaso de mi pensamiento,
no sé cuanto tiempo he estado observando la oscuridad, cerrarse sobre mí, ni sé en qué momento dejé de luchar, muevo mis dedos como si pudiera atrapar o atraparme, ay, qué pequeño es el mundo a los ojos del recuerdo, hay recuerdos que el tiempo no borra, tú estás aquí presente leyendo lo que escribo, lo que no pude hacer, escribirte en aquel tiempo que nos separó la corriente del río de la vida.

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