Me paralizó una depresión, me tiré a morir, no podía caminar, un día no sé si fue mi alma, mi corazón, no sé, me dijo, sigue adelante tu amante va a volver, yo lo sabía, pero no me importaba nada, hasta que un día salí así sin pensar qué me podía morir en la calle. ¡Carajo, que fortaleza la mía! Empece a caminar, a cambiar mi actitud, todos se asombraban de lo bien que me veía, yo pensaba mi amante, es él el que me va decir lo bella que estoy, nos encontramos y estaba orgulloso de llevarme de su brazos y ahora con la rosa regada por un hombre, él se asombraba cómo me veían los hombres, eso me hizo comprender que los encuentros no son casuales.
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