El rayo, aquella tarde hermosa el cielo no tenía ni una nube, yo me quedé como siempre impávida y el trueno estremeció el suelo del patio donde estaba jugando con los zapatos altos de mi madre,
solo miraba el cielo,
al día siguiente me fui del lado de mi madre, no me despedí de ella, la que me acompañaba me preguntó, te despediste de tu madre, le respondí, no,
tenía nueve años, cuando me contemplo a mi misma, maldigo mi destino.

No hay comentarios:
Publicar un comentario