Tantas arañitas tejieron mi poema y yo con una copa en la mano
embriagada de los más crueles recuerdos en el puerto de los sentimientos
miro el mar que te vio partir, me dejaste solo con el aroma de poesías,
el ocaso, ¡oh, el ocaso! Me despido de ti, quién vera mi ocaso, me
horroriza el momento en el que la muerte me de la estocada, ja, ja, ja.

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