Dejé que tu mente entrara en mí, por culpa de la soledad esa noche negra
fría se apagaron los faroles de las calles, en las casas una luz de
velas parpadean, te encontré entre la oscuridad de la noche, el sonido
de las aguas del rio me hacían sentir que estaba en una película de
terror, los días aterradores que había vivido no les hubiera deseado a
nadie, la casita sin luz, había un farol que la alumbraba, ese día no
que pasó y para desgracia mía no teníamos cerrillos, todos como muertos,
los niños en silencio, yo una niña, era la que me dolía el alma al ver a
los niños sin comer, sombras que se movían como en un cementerio de
tristezas.

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