Ya apagué la luz de la espera a la que tu ausencia me condena, la
esperanza como una avecilla anida en mi pecho temblando de frio. Cuándo
sientas el frio punzante de la soledad recuerdame que yo estaré con la
luz de la aurora del alma para darte mi calor y entregarte la avecilla
que aún vive en mi pecho.

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