Gritos mudos que ensordecen la calma, en esta mañana blanca me caen las
gotas de lluvia, me duele el alma por el peso de las personas que no he
podido arrancar de mi alma, debe ser el castigo de mi alma condenada, me
gustaría caminar entre esos arboles y que me cubra la neblina y
desaparecer y que tú estés entre ella para me digas, ¡vámonos dónde
nadie nos conozca! Y volar a tu mundo.

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