No hay duelo en esa lagrima que rueda al río de mis penas, a dónde se
fueron tus promesas, jugarreta del destino, puse mis ojos en un ave que
vuela alto y yo pobre de mí empezaba a volar, déjame, descubrí que
piensa tu silencio, ¡ay por favor no vengas a pedirme perdón!

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