Dictador, me torturaste, me amargaste la vida, me arrojaste al fango no
me hundí, en él caíste, en él te tendí la mano cómo pude te saqué
llorando desconsolada, ese día te diste cuenta que tu odio estaba aquí
cómo una enfermedad, hoy ese odio se descongelo como una panela de hielo
y sentiste la verdad, que estaba aquí en tu corazón y tú cómo un
imbécil no te diste cuanta que lo que te cegaba era tu odio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario