Un dia se cruzaron nuestros destinos, bajo lo
desconocido dos silencios, esos ojos vivos que cuando me miraban se
achicaban como escudriñando mi alma, en esa mirada había una gran
admiración y al mismo tiempo un gran odio, yo nadaba en ese océano de
sus ojos, de aguas amargas contaminadas con esas dos emociones juntas,
un día las olas estaban tan fuerte que me arrastraron, me asusté, aquí
los ojos de mi alma se abrieron más para comprender porqué nos unió el
manto de lo desconocido.

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