Los
gallos cantan, salomé se estira en la cama y piensa tengo frío, se
levantó y se calzó un palto roído y salió al patio, fue al granero,
buscó maíz, se acercó al gallinero y les dio su comida, caminó hacia la
cocina, encendió la lampara de kerosene, vio que no había leña para
encender el fogón, camino hacia el patio y regresó con la leña, prendió
el fogón, montó café, en ese momento llegó a la cocina una señora gorda
que le dijo, hoy viene mi hermana Emma, Salomé pensó, ya me va decir
que la ropa de las hijas de su hermana no son para mí, que las va a
regalar, pero la señora siguió callada, Salomé le sirvió café y la mujer
le preguntó que por qué se quedó prendida la lampara, Salomé le
respondió, no sé quién la dejó encendida, yo me acosté temprano. Salomé
pensó, blanca deja la luz encendida y después pregunta. Le dijo Blanca
que llegó su hermana, ella salió a recibirla, como a las cuatro la casa
se alboroto, Blanca ríe, cosa que pocas veces lo hace, bajan maletas con
regalos, unas bolsas que blanca le dijo a Roberto que las llevara al
granero, ya sé que hay en esas bolsas, Salome se dirigió a la cocina,
vio para todos lados y corrió al establo, ensilló un caballo y corrió
lo más que pudo, cuando vio que estaba lejos descansó y siguió, a las
doce llegó a un caserío, vio en la puerta de una casa a una señora y le
dijo, agua por favor y se desmayó, la señora llamó al hijo; ¡Arturo, ven
ayúdame! Arturo salió ¿mamá qué pasó? La señora, hijo mira la joven se
desmayó. Él la cargó y la llevó para la casa, le acostaron, ellos se
preguntaban de dónde viene esta joven, de qué huye. Salomé cuando pudo
hablar les dijo que vivía en un caserío que estaba alejado del pueblo,
que vivía con una señora que la había creado desde niña y que no sabia
nada de su madre.
Salomé se asomó a la ventana, mientras la señora servia el almuerzo, cuando almorzaban hablaban de ellos, Arturo es pintor, la señora modista, Salomé respondió tímidamente, no sé leer, la señora le dijo, yo te voy a enseñar. Pasó un año, la señora Lucia salió del cuarto de Arturo, furiosa, ¿qué es estoy Arturo? Salomé corrió al cuarto y buscó el vestido con el que llegó y se lo calzó, desde el cuarto oyó que dijo, esa perdida tiene que irse, Salomé agarró el cuadro que él le pintó desnuda y le dijo, yo vuelvo y corrió, unas cuadras más abajo vio un señor en una casa y le pidió para envolver el cuadro y siguió corriendo, se paró porque el autobús se había ido y tenía que esperar al siguiente día, vio al señor que le compró el caballo, él le dijo, ¿te vas? Salomé le respondió, voy a la capital. El señor le dijo, pregúntale a ese señor si te puede llevar, se despidieron, ella le preguntó al señor, él le respondió, sí señorita y se montaron en el auto, el señor le preguntó ¿cómo es tu nombre? Ella respondió; Salomé, él respondió; bonito Salomé. Ella se ríe ja, ja, ja creo que fui la Salomé de la biblia. Ambos se rieron. Salomé se recostó, de repente el señor le preguntó; ¿a qué vas a la capital, tienes familia allá? Ella le respondió a buscar trabajo y familia no tengo. Llegaron bien entrada la noche a la capital, el señor le preguntó; ¿cuántos años tienes? Ella le respondió; voy a cumplir 18. Él le respondió; lo único que puedo hacer por ti es que te quedes en una pensión, es un hotel barato y que te salgas temprano. Se despidieron, ella entró en el hotel, el señor que la atendió se asombró de que llegó sola. En la mañana el señor le dijo; no se vaya es temprano, siéntase que ahora sale por la puerta del restaurante.
Ella le agradeció, llegó un joven y hablaron, le dijo que su padre tenía un cabaret, ella le respondió que
necesitaba dinero y
que trabajaría en lo que fuera. Salomé se despidió del señor del hotel y
fueron a buscar al padre del joven, Salomé iba pensando en el trabajo y
en vender el cuadro. El joven le dijo, ¡ya llegamos! El señor la
contrató, le dio dinero para que se comprara ropa y le enseñó un cuarto
bonito, ella se asombró y pensó; nunca vi un cuarto tan bonito, el baño
con bañera, veía todos eso emocionada.
Pasaron cuatro años, Salomé estaba feliz y tenía dinero. Hoy viene un señor a ver el cuadro, el señor del cabaret le dijo; Salomé se te cumplió tu sueño, mañana te vas, te voy extrañar. El señor llegó a la cita, el cuadro le gustó Salomé saltaba de alegría. A la mañana siguiente Salomé salió con tres maletas al terminal, llegó a las tres de la tarde, Salomé tocó a la puerta, Lucia abrió la puerta, la mandó a pasar le dijo; por ti mi hijo se murió, no dormía, no comía pensando que estabas en otros brazos. Salomé abrió una maleta, sacó su vestido con el que llegó, allí mismo se lo calzó, agarró algo de dinero y corrió, preguntó a unos señores; ¿quién vende un caballo? Uno de ellos la llevó al sitio, compró el caballo y siguió su camino, en la noche llegó a su casa, la señora le dijo; ¿dónde estabas bandida? Salomé no respondió, se acostó, en la mañana fue al granero; Roberto ve para poner la luz ahora le tengo miedo a mis fantasmas.
Salomé se asomó a la ventana, mientras la señora servia el almuerzo, cuando almorzaban hablaban de ellos, Arturo es pintor, la señora modista, Salomé respondió tímidamente, no sé leer, la señora le dijo, yo te voy a enseñar. Pasó un año, la señora Lucia salió del cuarto de Arturo, furiosa, ¿qué es estoy Arturo? Salomé corrió al cuarto y buscó el vestido con el que llegó y se lo calzó, desde el cuarto oyó que dijo, esa perdida tiene que irse, Salomé agarró el cuadro que él le pintó desnuda y le dijo, yo vuelvo y corrió, unas cuadras más abajo vio un señor en una casa y le pidió para envolver el cuadro y siguió corriendo, se paró porque el autobús se había ido y tenía que esperar al siguiente día, vio al señor que le compró el caballo, él le dijo, ¿te vas? Salomé le respondió, voy a la capital. El señor le dijo, pregúntale a ese señor si te puede llevar, se despidieron, ella le preguntó al señor, él le respondió, sí señorita y se montaron en el auto, el señor le preguntó ¿cómo es tu nombre? Ella respondió; Salomé, él respondió; bonito Salomé. Ella se ríe ja, ja, ja creo que fui la Salomé de la biblia. Ambos se rieron. Salomé se recostó, de repente el señor le preguntó; ¿a qué vas a la capital, tienes familia allá? Ella le respondió a buscar trabajo y familia no tengo. Llegaron bien entrada la noche a la capital, el señor le preguntó; ¿cuántos años tienes? Ella le respondió; voy a cumplir 18. Él le respondió; lo único que puedo hacer por ti es que te quedes en una pensión, es un hotel barato y que te salgas temprano. Se despidieron, ella entró en el hotel, el señor que la atendió se asombró de que llegó sola. En la mañana el señor le dijo; no se vaya es temprano, siéntase que ahora sale por la puerta del restaurante.
Ella le agradeció, llegó un joven y hablaron, le dijo que su padre tenía un cabaret, ella le respondió que
Pasaron cuatro años, Salomé estaba feliz y tenía dinero. Hoy viene un señor a ver el cuadro, el señor del cabaret le dijo; Salomé se te cumplió tu sueño, mañana te vas, te voy extrañar. El señor llegó a la cita, el cuadro le gustó Salomé saltaba de alegría. A la mañana siguiente Salomé salió con tres maletas al terminal, llegó a las tres de la tarde, Salomé tocó a la puerta, Lucia abrió la puerta, la mandó a pasar le dijo; por ti mi hijo se murió, no dormía, no comía pensando que estabas en otros brazos. Salomé abrió una maleta, sacó su vestido con el que llegó, allí mismo se lo calzó, agarró algo de dinero y corrió, preguntó a unos señores; ¿quién vende un caballo? Uno de ellos la llevó al sitio, compró el caballo y siguió su camino, en la noche llegó a su casa, la señora le dijo; ¿dónde estabas bandida? Salomé no respondió, se acostó, en la mañana fue al granero; Roberto ve para poner la luz ahora le tengo miedo a mis fantasmas.

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