Nos miramos como dos extraños, yo me monte en el tren, él me siguió
hasta el anden, el tren salió, él me miraba con su sonrisa burlona, yo
sin verlo dije adiós, llegué a la estación, la noche estaba fría, no sé
si era yo la que estaba helada y dolida al volver a tropezar en esa
maldita piedra.

No hay comentarios:
Publicar un comentario