En la
madrugada me asomo a la puerta, oigo cuando pasaste frente a la puerta
de la hacienda, nuestras miradas se cruzaron, reíste y me quedé
petrificada, no podía caminar, empecé a llorar me despierto
sobresaltada, me levanté, me calcé la bata, salí a la cocina, me serví
un vaso de agua, caminé al porche, me acerqué a donde te fuiste y te
grité ¡te vi partir! Y lance el vaso.

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