La
niña estaba en la orilla del rio, tenía un tobo y se agachó para
recoger agua, mientras lo llenaba miraba el agua pasar y pensó «Quisiera
poder viajar y tener todo lo que quiero, pero mi madre es pobre tengo
que dejar de soñar y llevar el agua, ella se esfuerza mucho para darnos a
mi abuelo y a mí lo poco que tenemos» llenó el tobo y corrió hacia su
casa, la miró a lo lejos, era de bahareque y estaba pintada de blanco,
el techo de cinc y la niña pensó «Me gusta como suenan en el cinc las
gotas de lluvia» las ventanas eran pequeñas, el jardín que cuidaba con
esmero su madre tenía unas flores hermosas, un árbol inmenso, sus ramas
se extendían sobre el techo y le daban sombra a la casa.
Llegó a la casa y vio que su vestido estaba mojado y pensó «Me gustaría tener lindos vestidos, bueno este lo que está es mojado, se seca y está bonito» agarró el tobo y volvió al rio, a lo lejos vio a un hombre a caballo y pensó «¿Quién será? No es de por aquí» llenó el tobo y regresó, llenó las tinajas, se asomó a la puerta y vio el camino de tierra ancho y angosto al ir acercándose a su casa, el que se dirigía hacia la montaña tenía que pasar cerca de allí, su madre la contemplaba desde la sala y pensó; «No se perece a mí, es como su padre, blanca, su cabello color oro» vio que tiene el vestido mojado.
—Jade cambiate que estás mojada, te vas a refriar —dijo su madre.
—Ya voy mamá, es que la perra esta cambiado a sus cachorros de lugar y quiero ver a donde los lleva —dijo Jade, que seguía con la vista a la perra.
—Jade ve a cambiarte que yo estoy pendiente —dijo el abuelo.
—¿Y para qué quieres saber a dónde se los lleva? —preguntó el abuelo
—Para llevarle comida —respondió Jade.
Fue a su habitación, su cama y la mesa de noche estaban pintadas de rosado, la cama estaba tendida con un cubrecama blanco, tejido por su madre, en un rincón había una cuerda hecha de alambre y en ella había colgado un vestido desteñido, Jade se desvistió, se acercó a la cuerda y se colocó el vestido, fue hacia el espejo se peinó, arriba de la cama había una cinta, se la colocó en la cabeza, se hizo un lazo.
Salió de la habitación fue al patio, guindó el vestido en la cuerda y regresó donde estaba el abuelo.
—Los cachorros están en el gallinero —dijo su abuelo, ella sonrió.
—¡Gracias abuelito! Voy a hacer mi tarea y cuando la termine iré a llevarles comida. —Besó a su abuelo y salió contenta para hacer su tarea le gustaba estudiar, pensó; «cuando sea grande voy a estudiar medicina» pasaron las horas y Jade fue al gallinero a ver a los cachorros, allí estuvo un buen rato, llegó la noche con grandes nubarrones, llovió recio, el viento era tan fuerte que se escuchaban como chillidos, las ramas del árbol se mecían y caían gruesas gotas sobre el techo.
Llovió toda la noche, al amanecer cantaron las aves, Jade se despertó y recordó que dejó su vestido afuera, salió corriendo y el vestido no estaba, regresó a su habitación, para cambiarse e ir a buscar el vestido, se quitó el camisón y colocó el vestido,, salió de su habitación, la madre se sorprendió de que estuviera levantada tan temprano.
—Jade ¿por qué te levantaste tan temprano? —preguntó su madre.
—Dejé el vestido en la cuerda y no está voy a buscarlo —respondió Jade.
Salió de la casa, camino un trecho y allí tirado estaba el vestido lleno de lodo, lo recogió, lloró y pensó «Mi mejor vestido, eso me pasa por no hacerle caso a mamá» caminó hacia el río, le sacó un poco de lodo y regresó a su casa, su madre la esperaba con el desayuno listo,Grace vio que por el camino del rio venía Jade y salió a alcanzarla, cuando llegó a su lado la abrazó.
—Jade vamos para que te desayunes para ir al pueblo a comprar unas telas para hacerte unos vestidos.
—Mamá no quiero que gastes en eso —dijo Jade, la madre la interrumpió.
—Tengo un dinero ahorrado y vamos a comprar muchas cosas —expresó Grace.
Jade se alegró.
—¡Qué emoción! Vamos para el pueblo —dijo Jade.
—Que la salida, nos depare cosas buenas le pido a Dios —respondió Grace.
Jade corrió hacia la habitación de su abuelo George.
—ABUELO, ABUELO VAMOS PARA EL PUEBLO —gritó Jade.
Desayunaron, se terminaron de arreglar y salieron.
—Mamá siempre que vamos al pueblo, nos vamos por el camino de la montaña ¿hoy también lo haremos? —preguntó Jade.
—No sé, hoy quiero hacer todo distinto, hay que variar dejar lo que no sirve atrás —respondió Grace, caminaron, vieron a lo lejos las primeras casas del pueblo, estaban solitarias las calles, llegaron al pueblo.
—Tenia años que no venía por este lado del pueblo, donde vive la gente de mejor posición, ¡Mira Jade! Ahora hay casas más bonitas —dijo Grace.
—En una casa linda vamos a vivir cuando me gradué de doctora —comentó Jade, de una casa bonita salió un señor en un carro y se quedó viéndolas.
—Mamá ese señor se quedó viéndote —dijo Jade a su madre.
—Todos nos ven, la curiosidad es una cosa seria, pensaría ¿de dónde vendrán, que harán por aquí? —respondió Grace.
La calle donde estaba el comercio, estaba llena de gente, Jade vio las vidrieras, casi se le salían los ojos viendo cosas tan lindas, caminaron toda esa cuadra que era larga, compraron las telas, Jade vio unos zarcillos.
—Mamá cómprame esos zarcillos —dijo Jade.
—Vamos a sentarnos en la cafetería, tomamos jugo y veo cuánto me queda, a ver si te los puedo comprar —dijo Grace, Jade sonrió y caminaron hacia la cafetería,
pidieron los jugos, Jade vio que se detuvo en la puerta de la cafetería el carro que vio salir del garaje, el hombre se bajó y ella lo detalló era alto, blanco, el cabello de un lindo color oro, cuando entró el señor Jade volteó hacia otro lado, al rato, vio de reojo que el señor se acercaba a la mesa donde estaban sentadas.
—¡¿Grace dime que no estoy soñando?! Que al fin te encontré —dijo el hombre, Jade no se sorprendió al verlo y pensó «Es mi padre, tengo su color de piel, el del cabello» Grace se quedó como si vio a un fantasma al fin reaccionó.
—¡No puede ser! Pensé que habías muerto en ese accidente de aviación —respondió Grace.
—Estuve meses grave, enseguida que mejore, te busque por todas partes, hoy Dios oyó mis ruegos. —Miró a Jade.
—¡Hija! No sabes, cuanto desee tenerte en mis brazos y que durmieras en ellos, pero ya ves como son las cosas de la vida, pero ahora tendrás todo el amor que te faltó, a ti mi amada Grace, vamos a seguir amándonos hasta que la muerte nos separe —dijo y Grace y Jade tenían los ojos llenos de lágrimas.
—Vamos mis amores para que compren todo lo que quieran. —Visitaron todas las tiendas y regresaron a la casa, Jade corrió.
—¡Abuelo, abuelo encontramos a mi papá! dijo Jade.
—¡Gracias a Dios! Que apareció Andrés.
—Aquí vienen abuelo —dijo Jade, Andrés y George se abrazaron.
—¡Qué bueno Andrés que estás aquí! —dijo el abuelo de Jade.
—Mi hija ahora está contenta —dijo y miró a Grace.
—Y yo estoy feliz, los busqué, que me iba a imaginar que estaban aquí, pero la vida me trajo cerca de usted.
Caminaron hacia el rio ,en la orilla.
—Aquí soñaba contigo —dijo Jade.
—Yo allá soñaba contigo —dijo Andrés y señaló al otro lado de la orilla.
—Entonces el señor que veía montado a caballo ¿eras tú? —preguntó Jade.
—Sí, el río me llevaba tus sueños —respondió Andrés.
—Y a mi los tuyos —dijo Jade.
—Lo malo que de allá no te veía, porque si te veo corro a ver a la niña con su cabello color oro —respondió Andrés, abrazó a Jade y luego a Grace.
—Volvamos a la casa a recoger lo necesario, se van conmigo y aqui voy a mandar hacer una casa bonita para venir los fines de semana a bañarnos en el rio —dijo Andrés y los tres miraron donde Andrés señalaba.
Jade abrazó a su padre.
—Desde el río veía tanta gente, pero en ti era en quien me fijaba —dijo Jade.
—¡Hija no sé porqué, aunque hay un dicho que dice que la sangre llama —respondió Andrés.
Regresaron a la casa, Jade vio todo, recordó a la perra, fue a la cocina, revisó las ollas, vio que había comida y corrió hacia el gallinero donde estaba la perra, al verla los cachorritos salieron a recibirla, su madre salió detrás de ellos y contenta movía la cola a la Jade.
Jade observó como los perritos comían, de repente oyó que la llamaban y corrió de vuelta a la casa, ya todo lo que recogieron para llevarse estaba en el carro, subieron al carro, Jade volteó para mirar hacia el gallinero y la perra estaba viéndola como si presentía que se iba, Jade se bajó del carro y se devolvió al gallinero llorando.
—No estés triste, voy a venir a visitarte —dijo Jade, mientras acariciaba a la perra.
Andrés corrió hasta donde estaba Jade.
—Mi niña ven, ya voy a mandar a buscar a la perra con sus cachorros, en ese terreno desde donde me veías tengo caballos y perros, allí puedes tenerlos, estarán cerca de ti —dijo Andrés, Jade sonrió y
corrió hacia el carro, se fueron hicieron un largo recorrido, llegaron al terreno hay varios señores, Andrés les presentó a su hija y esposa y mandó a buscar a la perra con sus cachorros, Jade estaba feliz, los hombres obedecieron enseguida la petición de Andrés, no tardaron mucho, cuando llegaron la perra y los cachorritos corrieron al encuentro de Jade, Andrés y Grace abrazados miraban con alegría a la pequeña jugar y correr, con lágrimas en los ojos, por estar de nuevo juntos y volver a ser la familia feliz que una vez fueron.
Llegó a la casa y vio que su vestido estaba mojado y pensó «Me gustaría tener lindos vestidos, bueno este lo que está es mojado, se seca y está bonito» agarró el tobo y volvió al rio, a lo lejos vio a un hombre a caballo y pensó «¿Quién será? No es de por aquí» llenó el tobo y regresó, llenó las tinajas, se asomó a la puerta y vio el camino de tierra ancho y angosto al ir acercándose a su casa, el que se dirigía hacia la montaña tenía que pasar cerca de allí, su madre la contemplaba desde la sala y pensó; «No se perece a mí, es como su padre, blanca, su cabello color oro» vio que tiene el vestido mojado.
—Jade cambiate que estás mojada, te vas a refriar —dijo su madre.
—Ya voy mamá, es que la perra esta cambiado a sus cachorros de lugar y quiero ver a donde los lleva —dijo Jade, que seguía con la vista a la perra.
—Jade ve a cambiarte que yo estoy pendiente —dijo el abuelo.
—¿Y para qué quieres saber a dónde se los lleva? —preguntó el abuelo
—Para llevarle comida —respondió Jade.
Fue a su habitación, su cama y la mesa de noche estaban pintadas de rosado, la cama estaba tendida con un cubrecama blanco, tejido por su madre, en un rincón había una cuerda hecha de alambre y en ella había colgado un vestido desteñido, Jade se desvistió, se acercó a la cuerda y se colocó el vestido, fue hacia el espejo se peinó, arriba de la cama había una cinta, se la colocó en la cabeza, se hizo un lazo.
Salió de la habitación fue al patio, guindó el vestido en la cuerda y regresó donde estaba el abuelo.
—Los cachorros están en el gallinero —dijo su abuelo, ella sonrió.
—¡Gracias abuelito! Voy a hacer mi tarea y cuando la termine iré a llevarles comida. —Besó a su abuelo y salió contenta para hacer su tarea le gustaba estudiar, pensó; «cuando sea grande voy a estudiar medicina» pasaron las horas y Jade fue al gallinero a ver a los cachorros, allí estuvo un buen rato, llegó la noche con grandes nubarrones, llovió recio, el viento era tan fuerte que se escuchaban como chillidos, las ramas del árbol se mecían y caían gruesas gotas sobre el techo.
Llovió toda la noche, al amanecer cantaron las aves, Jade se despertó y recordó que dejó su vestido afuera, salió corriendo y el vestido no estaba, regresó a su habitación, para cambiarse e ir a buscar el vestido, se quitó el camisón y colocó el vestido,, salió de su habitación, la madre se sorprendió de que estuviera levantada tan temprano.
—Jade ¿por qué te levantaste tan temprano? —preguntó su madre.
—Dejé el vestido en la cuerda y no está voy a buscarlo —respondió Jade.
Salió de la casa, camino un trecho y allí tirado estaba el vestido lleno de lodo, lo recogió, lloró y pensó «Mi mejor vestido, eso me pasa por no hacerle caso a mamá» caminó hacia el río, le sacó un poco de lodo y regresó a su casa, su madre la esperaba con el desayuno listo,Grace vio que por el camino del rio venía Jade y salió a alcanzarla, cuando llegó a su lado la abrazó.
—Jade vamos para que te desayunes para ir al pueblo a comprar unas telas para hacerte unos vestidos.
—Mamá no quiero que gastes en eso —dijo Jade, la madre la interrumpió.
—Tengo un dinero ahorrado y vamos a comprar muchas cosas —expresó Grace.
Jade se alegró.
—¡Qué emoción! Vamos para el pueblo —dijo Jade.
—Que la salida, nos depare cosas buenas le pido a Dios —respondió Grace.
Jade corrió hacia la habitación de su abuelo George.
—ABUELO, ABUELO VAMOS PARA EL PUEBLO —gritó Jade.
Desayunaron, se terminaron de arreglar y salieron.
—Mamá siempre que vamos al pueblo, nos vamos por el camino de la montaña ¿hoy también lo haremos? —preguntó Jade.
—No sé, hoy quiero hacer todo distinto, hay que variar dejar lo que no sirve atrás —respondió Grace, caminaron, vieron a lo lejos las primeras casas del pueblo, estaban solitarias las calles, llegaron al pueblo.
—Tenia años que no venía por este lado del pueblo, donde vive la gente de mejor posición, ¡Mira Jade! Ahora hay casas más bonitas —dijo Grace.
—En una casa linda vamos a vivir cuando me gradué de doctora —comentó Jade, de una casa bonita salió un señor en un carro y se quedó viéndolas.
—Mamá ese señor se quedó viéndote —dijo Jade a su madre.
—Todos nos ven, la curiosidad es una cosa seria, pensaría ¿de dónde vendrán, que harán por aquí? —respondió Grace.
La calle donde estaba el comercio, estaba llena de gente, Jade vio las vidrieras, casi se le salían los ojos viendo cosas tan lindas, caminaron toda esa cuadra que era larga, compraron las telas, Jade vio unos zarcillos.
—Mamá cómprame esos zarcillos —dijo Jade.
—Vamos a sentarnos en la cafetería, tomamos jugo y veo cuánto me queda, a ver si te los puedo comprar —dijo Grace, Jade sonrió y caminaron hacia la cafetería,
pidieron los jugos, Jade vio que se detuvo en la puerta de la cafetería el carro que vio salir del garaje, el hombre se bajó y ella lo detalló era alto, blanco, el cabello de un lindo color oro, cuando entró el señor Jade volteó hacia otro lado, al rato, vio de reojo que el señor se acercaba a la mesa donde estaban sentadas.
—¡¿Grace dime que no estoy soñando?! Que al fin te encontré —dijo el hombre, Jade no se sorprendió al verlo y pensó «Es mi padre, tengo su color de piel, el del cabello» Grace se quedó como si vio a un fantasma al fin reaccionó.
—¡No puede ser! Pensé que habías muerto en ese accidente de aviación —respondió Grace.
—Estuve meses grave, enseguida que mejore, te busque por todas partes, hoy Dios oyó mis ruegos. —Miró a Jade.
—¡Hija! No sabes, cuanto desee tenerte en mis brazos y que durmieras en ellos, pero ya ves como son las cosas de la vida, pero ahora tendrás todo el amor que te faltó, a ti mi amada Grace, vamos a seguir amándonos hasta que la muerte nos separe —dijo y Grace y Jade tenían los ojos llenos de lágrimas.
—Vamos mis amores para que compren todo lo que quieran. —Visitaron todas las tiendas y regresaron a la casa, Jade corrió.
—¡Abuelo, abuelo encontramos a mi papá! dijo Jade.
—¡Gracias a Dios! Que apareció Andrés.
—Aquí vienen abuelo —dijo Jade, Andrés y George se abrazaron.
—¡Qué bueno Andrés que estás aquí! —dijo el abuelo de Jade.
—Mi hija ahora está contenta —dijo y miró a Grace.
—Y yo estoy feliz, los busqué, que me iba a imaginar que estaban aquí, pero la vida me trajo cerca de usted.
Caminaron hacia el rio ,en la orilla.
—Aquí soñaba contigo —dijo Jade.
—Yo allá soñaba contigo —dijo Andrés y señaló al otro lado de la orilla.
—Entonces el señor que veía montado a caballo ¿eras tú? —preguntó Jade.
—Sí, el río me llevaba tus sueños —respondió Andrés.
—Y a mi los tuyos —dijo Jade.
—Lo malo que de allá no te veía, porque si te veo corro a ver a la niña con su cabello color oro —respondió Andrés, abrazó a Jade y luego a Grace.
—Volvamos a la casa a recoger lo necesario, se van conmigo y aqui voy a mandar hacer una casa bonita para venir los fines de semana a bañarnos en el rio —dijo Andrés y los tres miraron donde Andrés señalaba.
Jade abrazó a su padre.
—Desde el río veía tanta gente, pero en ti era en quien me fijaba —dijo Jade.
—¡Hija no sé porqué, aunque hay un dicho que dice que la sangre llama —respondió Andrés.
Regresaron a la casa, Jade vio todo, recordó a la perra, fue a la cocina, revisó las ollas, vio que había comida y corrió hacia el gallinero donde estaba la perra, al verla los cachorritos salieron a recibirla, su madre salió detrás de ellos y contenta movía la cola a la Jade.
Jade observó como los perritos comían, de repente oyó que la llamaban y corrió de vuelta a la casa, ya todo lo que recogieron para llevarse estaba en el carro, subieron al carro, Jade volteó para mirar hacia el gallinero y la perra estaba viéndola como si presentía que se iba, Jade se bajó del carro y se devolvió al gallinero llorando.
—No estés triste, voy a venir a visitarte —dijo Jade, mientras acariciaba a la perra.
Andrés corrió hasta donde estaba Jade.
—Mi niña ven, ya voy a mandar a buscar a la perra con sus cachorros, en ese terreno desde donde me veías tengo caballos y perros, allí puedes tenerlos, estarán cerca de ti —dijo Andrés, Jade sonrió y
corrió hacia el carro, se fueron hicieron un largo recorrido, llegaron al terreno hay varios señores, Andrés les presentó a su hija y esposa y mandó a buscar a la perra con sus cachorros, Jade estaba feliz, los hombres obedecieron enseguida la petición de Andrés, no tardaron mucho, cuando llegaron la perra y los cachorritos corrieron al encuentro de Jade, Andrés y Grace abrazados miraban con alegría a la pequeña jugar y correr, con lágrimas en los ojos, por estar de nuevo juntos y volver a ser la familia feliz que una vez fueron.

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