martes, 2 de septiembre de 2014

El camino apareció de repente, es angosto, a los lados hay terrenos baldíos, es de tierra, al final hay un árbol, camino hacia el, veo a los lados, no hay nadie, me acerco a la puerta oxidada, de repente se abre, entro y se cerró, trato de abrirla, grito al ver que no pude abrirla, voltee, a los lados hay árboles frondosos y hermosos, aves de todos colores posadas en ellos y cantos variados, flores de todas clases, un lago y cuatro cisnes cuellos negros nadaban en el, varios estaban en sus orillas, unos venados corrían a los lejos, cuando voy cerca de un árbol, veo a la derecha a una tigresa con su cría, me asusté, me paré, ella me vio y se volteó, seguí, más adelante estaba un león echado, pasé tranquila, más adelante estaban entre los árboles una manada de elefantes, vi a lo lejos a un hombre, me escondí y corrí, corrí y pensé, a un desconocido le tengo más miedo que a los animales, las elefantes me escondieron entre sus patas y la matriarca abrió la puerta y yo salí y le envié un beso.


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